EL PROGRESO. “El miedo que sentía me llevó a querer suicidarme con una sobredosis de droga. Cuando desperté supe que debía buscar a Dios. Salí y encontré una Iglesia donde oraron por mí y me cambiaron”, afirmó José Luis García, ex miembro de la mara Vatos Locos, del barrio Berlín de esta ciudad.
García participó en la presentación del libro “Maras y Pandillas en Centroamérica”, donde prestó testimonio de su vida en las calles.
Su peregrinar por el mundo de la mara comenzó a los 13 años, cuando la desintegración familiar lo llevó a unirse a un grupo de jóvenes, cuya única ocupación era consumir bebidas alcohólicas, fumar y andar en la calle.
Pronto se integró a los Vatos Locos, y pasó del cigarrillo a inhalar resistol, fumar marihuana y otras drogas, por lo que en varias ocasiones debió cometer delitos para financiar sus vicios.
“Ahora tengo 21 años, fueron 6 años que experimenté en las pandillas y sé que no hice lo correcto para mi vida, que fue tiempo perdido porque las maras a lo único que nos llevan es a la destrucción y a problemas con nuestra familia”, expresó.
El salto hacia atrás lo dio en 1999, cuando un drogadicto lo acusó de haberle robado una fuerte cantidad de estupefacientes. “El, con otra gente me andaban buscando para matarme. Yo estaba decepcionado, no quería saber nada, no podía salir de mi cuarto porque pensaba que me los iba a encontrar, así que pensé que lo más conveniente era que me matara”, relató el joven, de aspecto menudo y quien aún conserva sus tatuajes en la espalda.
Así decidió que tendría una muerte indolora: una noche inhaló resistol, fumó marihuana, tomó varias pastillas de diazepán y combinó otras drogas, esperando no volver a despertar.
“De tanta droga que me metí sufrí de intoxicación, pero cuando desperté comencé a reflexionar y al ver que no había muerto, me dije: si esto es así, voy a buscar las cosas de Dios. Me levanté una mañana, fui para la Iglesia Evangélica Pacto Bíblico de Santidad, el pastor y varios jóvenes oraron por mí y aquí estoy. Son ya tres años en los que no he vuelto a probar ni un cigarro”, aseveró.
Finalmente, pidió a los padres de familia ver a sus hijos como un don especial, “porque lo único que necesitan es que alguien tenga comunicación con ellos, que vele por ellos, que les dedique su tiempo y ese es trabajo para los papás”.
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