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martes, 24 de marzo de 2009

Explotación infantil, feo rostro en Honduras

Por Yudith Díaz Gazán -
Prensa Latina


La triste realidad asola a casi medio millón de niños incorporados al mercado laboral y a prácticas como la prostitución, una fuente de ingresos usada para ayudar a la manutención de sus familias.El mercado del sexo constituye un fenómeno creciente en la nación centroamericana, en la cual la mitad de la población está compuesta por menores de 18 años.Recientemente, Mirta Kennedy, directora del Centro de Estudios de la Mujer de Honduras (CEMH), denunció la existencia de una cultura de aceptación sobre el uso de niñas en actos impúdicos."Es permitido socialmente que personas adultas busquen niñas y niños para la comercialización sexual", expresó la activista.Tal afirmación responde a que la legislación no comprende el empleo sexual de la niñez, y la aplicada o es muy débil o no tiene como objetivo eliminar las causas del mal, sino reprimirlo para ocultarlo.El gobierno hondureño carece de cifras exactas sobre la prostitución infantil, pero la realidad revela a decenas de menores ejerciendo en las calles el más antiguo de los oficios.Muchas jóvenes están en condiciones de esclavitud, ya sea en poder de proxenetas, parientes o pandillas, comentó la jefa de la Comisión de la Niñez y la Mujer del Congreso, Lilian Jiménez.Expertos aseveran que la trata de infantes es estimulada por la pobreza, la agresión familiar, el tráfico, las pandillas (maras) y los contrabandistas, cuyo radio de acción comprende territorios salvadoreños, nicaragüenses, guatemaltecos y mexicanos.El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha constatado que el flagelo social es visto como parte del paisaje.Advirtió que el problema es grande y Honduras no cuenta con infraestructura estatal para prevenirlo y combatirlo.Los pequeños en el negocio del sexo es un tema recurrente en la nación cenetroamericana, -donde un 80 por ciento de sus 6,5 millones de habitantes vive en condiciones de pobreza-- e involucra incluso a niños de apenas cinco años, según UNICEF.La Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentó este miércoles en Tegucigalpa un estudio que propone la millonaria inversión en educación para la erradicación del trabajo infantil en Centroamérica y República Dominicana.Esa investigación formula erradicar el trabajo infantil en el transcurso de 20 años, a partir del año en curso, mediante un plan en el cual pequeños de seis a 14 años asistan a la escuela, y al alcanzar los 15 puedan incorporarse a laborar.Pero, impulsar la empresa requiere de al menos 17 mil millones de dólares en todos los países de Centroamérica y República Dominicana.Guillermo Dema, coordinador del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC), expuso que el estudio "Construir futuro, invertir en la infancia" prevé demostrar el desarrollo de políticas sociales dirigidas a la infancia.La iniciativa anuncia la escolarización del 100 por ciento de los menores y el mejoramiento de la calidad pedagógica en naciones del área.El logro de la medida se alcanzaría si los gobiernos dedican sus esfuerzos a garantizar que los infantes sin escuelas -porque trabajan para ayudar a la manutención de sus familias pobres- lo hagan.Aunque el proyecto es esperanzador, las administraciones zonales deben replantearse nuevas políticas económicas y sociales, y la implementación de acciones en favor de la niñez y la adolescencia de sus países.

Explotación infantil, un gran negocio

Honduras

Escalofriante resulta saber que en las calles de Honduras nueve mil niños luchan cada día por sobrevivir a merced de inescrupulosos explotadores, en su mayoría cobijados bajo un régimen cuya bandera es el abuso infantil.
Los menores hondureños, provenientes de hogares pobres, pelean por su subsistencia, que consiste en un pedazo de pan -con buena suerte- y un puente donde pasar la noche.Otra modalidad es la labor doméstica, asumida por unos 20.764 infantes, cuya práctica es una de las peores formas de explotación infantil, de acuerdo con las recientes denuncias de Thaís Aguilar, directora del Servicio Nacional de Noticias de la Mujer.Ese tipo de faena se caracteriza por largas jornadas, salarios bajos o inexistentes, aislamiento y pérdida de contacto con las familias y abuso de todo tipo, incluso sexual.Muchos padres, movidos por la pobreza reinante que agobia al 80 por ciento de los siete millones de hondureños, sobre todo en zonas rurales, envían a sus hijos a las ciudades o los entregan a personas con recursos en calidad de empleados. La labor es frecuente aún a riesgo de que los pequeños, cuyas edades no sobrepasan los seis años, sean alejados de por vida de los estudios.En una entrevista radiotelevisada, Aguilar demandó la atención del Estado, que debiera realizar una transformación institucional a la luz de los convenios internacionales y la puesta en marcha de las leyes que regulan el trabajo infantil y adolescente. Insistió en que el gobierno asigne recursos para fortalecer la aplicación de la legislación vigente y la ejecución de políticas socioeducativas que promuevan la lucha contra la pobreza y permitan a la niñez disfrutar a plenitud sus derechos.Datos de la Encuesta de Hogares constataron que con más frecuencia suelen ser niñas las contratadas como domésticas, pero eso no excluye a los varones. El salario promedio mensual recibido por los infantes de ambos sexos de 12 a 14 años en esas labores es de 429 lempiras (unos 24 dólares), mientras que los de 15 a 18 años perciben 668 lempiras mensuales (unos 37 dólares).El sondeo también reveló que los infantes de 12 a 14 años empleados en hogares de terceros tienen una media escolar de 4,5 años de estudio y en el otro rango de edades señalado, 5,1. En Centroamérica se realiza esta forma de empleo en perjuicio de la salud y educación de casi 175.000 niños, estimó Rosa Corea, funcionaria de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).Centroamérica registra unos 2,4 millones de niños de entre cinco y 17 años que forman parte de la fuerza laboral, aunque esa cifra puede ser mayor, porque hay muchos casos no registrados. Ante este crudo y doloroso panorama aparecen otros más crueles como la explotación sexual infantil y la drogadicción, que involucra cada vez más a millones de menores del planeta.Investigaciones de organismos internacionales reflejan que las naciones con más pobreza son convertidas en centros de promoción del turismo sexual y por ende, de fácil acceso a las drogas. Especialistas sostienen que la ausencia de metas específicas en el ámbito regional y nacional para la reducción porcentual del trabajo infantil, condiciona y limita la responsabilidad para desarrollar actividades en esta materia.Es de sobra sabido, coincidieron las distintas fuentes, que el trabajo infantil constituye un problema creciente para Latinoamérica, que continuará en ascenso hasta que se emprendan políticas nacionales, con especial atención a los sectores sociales y la niñez.Pero, para hacer efectiva esa propuesta, según la Cátedra de Psicología de la Universidad de Honduras, es preciso implementar toda una serie de medidas de apoyo al menor. Esto es importante cuando se ha viciado el desarrollo de los niños al ser utilizados como mano de obra esclavizada, o porque son asalariados desde muy pequeños, se les ha prostituido, vivido en la calle sin su familia o en un ambiente social inestable. Además de instrucción, formación, servicios de sanidad y de nutrición, hay que darles un asesoramiento intensivo, un entorno seguro y, a menudo, ayuda jurídica, aseveraron los profesores del claustro de la casa de altos estudios. Los datos disponibles indican que los menores necesitan servicios profesionales, desde los sociales hasta los de psiquiatría o terapia grupal.El uso de niños en la prostitución, la producción de materiales pornográficos o de espectáculos sexuales, el comercio de drogas y otras actividades ilegales, pone en peligro su salud, su seguridad y su moral. En tal sentido, grupos humanitarios no gubernamentales instaron a la comunidad internacional a declarar su firme propósito de actuar solidariamente y adoptar un convenio internacional que prohíba las formas más extremas de trabajo infantil.La humanidad precisa abolir las formas peores e intolerables de buscarse la vida como la esclavitud y las prácticas asimilables a ella, las modalidades forzosas, la servidumbre por deudas, y la mano de obra barata. A esto se le suma la puesta en marcha de un programa educativo con capacidad pública para todos los niños de este país centroamericano, donde una tercera parte de ellos no completa la enseñanza primaria y el 25% de las mujeres son analfabetas. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) corroboró que más de 130.000 infantes con edades comprendidas entre seis y 12 años carecen de algún grado de escolaridad, debido a que sus familias sobreviven en la miseria. Los altos niveles de miseria y desempleo condicionan la insatisfacción de las necesidades básicas de alimentación, saneamiento y atención sanitaria, profundizó.Cifras oficiales de UNICEF atestiguan que desde 1998 al 2004, dos mil 520 niños y jóvenes mendigos fueron asesinados por presuntos escuadrones de la muerte.La tarea pendiente es que los gobiernos de los países en desarrollo atiendan las necesidades de los pobres y se llegue a un consenso sobre normas universales de respeto a los derechos del menor con la voluntad de aumentar los recursos para atenuar la miseria.

Tomado de Argenpress
23 de mayo de 2006