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miércoles, 7 de enero de 2009

ESCLAVITUD SEXUAL DE NIÑAS

EL HERALDO.HN


EL HERALDO inicia hoy y hasta el viernes una serie especial sobre la explotación sexual de niñas y niños en el, país para mostrar los vejámenes, las angustias y los oprobios que sufren como parte de un submundo de redes organizadas y donde la mano del Estado es literalmente nula.

"Quiero que vengan por mí"; "tengo miedo por mi vida"; estoy aquí porque mi padrastro me maltrataba". Son gritos de angustia de niñas, de adolescentes hondureñas, que a diario libran la guerra de la explotación y esclavitud sexual en calles, mercados, bares, clubes nocturnos y sitios clandestinos de las principales ciudades del país.
Si bien no hay un dato exacto, la verdad es que se estiman en miles las menores de 18 años que son sometidas a la peor forma de explotación: la esclavitud sexual. Sus voces casi apagadas por el hambre y el dolor, no logran penetrar la conciencia de la sociedad hondureña, ni mucho menos de las autoridades del país.
En la capital están en las calles, en grupos, harapientas, despeinadas, coro ropa apretada enseñando el ombligo, con faldas cortas o pantalones apretados y con su mente extraviada con ansias de conseguir unos cuantos lempiras. Atienden los llamados de hombres que pasan en carros o se ofrecen al caminante.
Ellas ya conocen los hospedajes de mala muerte, donde un cuartucho, lúgubre, con una cama vetusta y gastada sirve para que el macho sacie su instinto y ella reciba como pago 50 lempiras en la mejor de la suerte o golpes o insultos en el peor de los casas.
No están allí porque quieren. No. Mil veces no. Muchas de ellas están porque su hermano, su padre o padrastro las agredió sexualmente. Porque su madre las abandonó. Porque se metieron en una "mara" y ahora el líder de la pandilla las obliga a prostituirse. Porque no hay autoridad que busque su rescate.

"Nadie va a preguntar por vos", fue la única respuesta que recibió una niña, luego de ser ultrajada y golpeada en las cañeras en la costa norte, por un cliente explotador que estuvo a punto de quitarle la vida.

¿CUÁNTAS SON?

¿Cuántas menores se han lanzado a la calle para sobrevivir a través de una de las peores y más crueles formas de explotación? En realidad nadie precisa un dato, pero el incremento de menores ejerciendo la prostitución es notorio.
En Guatemala una investigación identificó que son diez mil, en Honduras las cifras pudieran andar por las mismas o ser menores. En toda la región centroamericana hay 100,000 niñas y niños en la calle y la mayoría termina en la prostitución.
EL HERALDO logró constatar cómo los sitios en la ciudad capital han proliferado, y el número de niñas ejerciendo la prostitución se incrementa cada vez más. En San Pedro Sula, la problemática es más visible. En la capital, muchas llevan varios años sobreviviendo en las calles más lúgubres y peligrosas tanto de Tegucigalpa y Comayaguela, en mercados, donde son víctimas de rufianes, de intermediarios, que se aprovechan de su vulnerabilidad para hacer negocio.

LAS REDES

Un estudio titulado "Explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes en Honduras", coordinado por Mirtha Kennedy del Centro de Estudios de la Mujer (CEM-H), apoyado por otra investigación de Casa Alianza sitúa a Honduras como el país de la región que más expulsa menores para ejercer la prostitución en otras naciones del área, aunque a veces, las redes las conducen a lugares lejanos como Japón, Estados Unidos y Europa.
Se ha determinado que en Tapachula, México, hay unas 300 hondureñas ejerciendo el comercio sexual En Nicaragua, las niñas hondureñas son captadas para ser llevadas a barcos de pesca que están en el Golfo de Fonseca para el comercio sexual.
En El Salvador se encontró que niñas hondureñas están del otro lado de la frontera "circulando en la carretera Panamericana, que las levantan los camioneros, los traileros incluso en la frontera con Guatemala hay niñas que dicen ser guatemaltecas, pero en realidad son hondureñas", cita Kennedy.
Esto nos está hablando de un movimiento de esta población joven en un territorio que trasciende lo nacional. El problema tiene dimensiones transnacionalizadas y está muy vinculado con este movimiento de la mercancía. Por la crueldad y el sometimiento de las menores la explotación sexual comercial de menores, es considerada una forma contemporánea de esclavitud.

UN MUNDO DE DROGAS

Las redes de la explotación sexual están articuladas al crimen organizado nacional e internacional y a complejos circuitos económicos vinculados al turismo, los servicios de recreación, hotelería, comercio; actividades productivas que generan otras formas de explotación infantil, así como actividades ilícitas de tráfico de drogas.
Las niñas y niños explotados son el último eslabón de uña cadena muy lucrativa; "son uña mercan da que se vende en este comercio, del cual no se benefician en nada". En los sitios de Prostitución, surgen como hongos los negocios que sacan la "mejor tajada", los hoteles y cuartuchos de mala muerte, que sobreviven del comercio sexual.
Está vinculado al contexto socioeconómico, a las limitaciones de los derechos socioeconómicas de los jóvenes, como ser el desempleo. Lo mismo que a la violencia, maltrato y a la desintegración familiar, sostiene por su lado, Gustavo Zelaya, asesor legal de Casa Alianza.
Hasta ahora no hay alternativas concretas, las leyes son muy débiles y no se castiga a los explotadores. Los organismos que velan por la niñez, esperan que voces como la de Elena de 16 años, que clamó por ayuda al decir "tengo miedo por mi vida", sean escuchadas a tiempo, porque ella perdió su vida de forma violenta el año anterior.

DATOS ESCALOFRÍANTES

El ingreso de los menores al mundo de la explotación sexual se produce en casos a muy temprana edad. En su estudio el CEM-H encontró incluso niñas de hasta siete años. Los hallazgos reflejan que en uno de cada diez casos, el ingreso de las menores a la prostitución se produjo antes de cumplir los doce años; y en uno de cada cinco, entre los doce y trece años. Para el 54.7 por ciento, la edad de ingreso fue entre los 14 y 15 años.
"Es un problema gravísimo, que no sólo podemos justificarla con la pobreza sino que tiene muchas implicaciones culturales, ellas han sido invisibilizadas", sostiene Mirtha. De alguna manera hemos sido cómplices en la medida que hemos permitido que esto suceda. Estas niñas que se encuentran en extrema vulnerabilidad porque sus condiciones de vida son como que estuvieran en guerra permanente.

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